El amor incondicional es posiblemente uno de los conceptos más populares del mundo de las relaciones amorosas. Y lo es, entre otras cosas, porque a lo largo de las últimas décadas se ha ido creando una especie de mitología a su alrededor: se lo ha llegado a ensalzar como si fuese el único tipo de amor posible, y todo lo demás fuesen desviaciones de este modelo ideal.
Desafortunadamente, el hecho de que existan tantos mitos acerca de esta dinámica amorosa y relacional ha contribuido a que lo que realmente es el amor incondicional haya quedado distorsionado y camuflado bajo una gruesa capa de estereotipos y apelaciones a lo emocional que muchas veces resultan más negativas que positivas. Hay quien aspira a vivir el amor incondicional sin saber realmente qué es.
A lo largo de este artículo veremos en qué consiste exactamente en qué consiste esta manera de amar y de relacionarse con los seres queridos, cómo podemos reconocerlo en una pareja a partir de una descripción de sus características, y por qué su idealización produce controversia.
¿Qué es el amor incondicional?
Una de las cosas más curiosas del amor incondicional es que este concepto arrastra tras de sí una carga emotiva tan fuerte que podemos llegar a olvidar su significado a pesar de tenerlo ante nuestros ojos, en el mismo nombre del término. En efecto, el amor incondicional es la forma de amar que se ejerce sin condiciones que comprometan a una de las partes, es decir, sin que exista un beneficio concreto para al menos uno de los amantes… más allá de la experimentación del amor en sí mismo.
Así pues, el amor incondicional resulta especial porque en teoría para su mantenimiento no hay que cumplir una serie de requisitos y compromisos. Ni siquiera el hecho de que sea un amor no correspondido debería terminar con él de manera directa, dado que como incondicional que es, para existir no necesita de la participación de la persona amada. Dicho de otro modo, resulta un amor desinteresado.
Así pues, esta manera de amar es propensa a generar sufrimiento, ya que puede dar lugar a situaciones en los que el malestar experimentado por una persona se cronifica al no existir una línea clara que indique si ese vínculo emocional es funcional o no (algo que sí ocurriría en caso de haber compromisos que establezcan si se valora esa unión).